lunes, 19 de octubre de 2015

Quien da más no es el que más tiene.

   8:00 de la tarde. Últimas obligaciones del día: paseo con las perras, sacar la basura y compras de última hora en el súper... 
   Hace una noche agradable. La lluvia de ayer parece que lo ha limpiado todo. Hay una temperatura agradable para pasear. Primera parada: contenedores. Segunda parada: supermercado. 
   Hay gente en las terrazas que conversa disfrutando de la tranquilidad de la tarde-noche. Ya ha oscurecido. Se nota que ya no es verano. Bordeamos el centro comercial. Muchos locales ya han echado el cierre: la tienda de ropa, la peluquería, la tienda de informática... 
   Un anciano y una anciana están al lado de unos contenedores hurgando en unas cajas de cartón. Saludan a las perras. "¿Tú seguro que quieres un poco?" Saca algo de la caja. Me quedo perpleja. Pechugas de pollo y lomo adobado. No sé si dije gracias, sumida como me quedé en un mar de pensamientos. Lo que no tenía claro si sería apto para comer un animal lo estaba aprovechando un ser humano. "No lo tires"-me dijo. "Cómo lo voy a tirar... la comida no se tira".  

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